Esta investigación es una continuación de ejercicios de mapeo colectivo que adelantamos desde el año 2022 en la ciudad de Pereira, en donde hemos identificado, a través de encuentros y talleres con mujeres del territorio, el acoso sexual callejero como un problema persistente que afecta y limita las experiencias de las mujeres en la ciudad, que pese a las reiteradas denuncias que se difunden en redes sociales, no hacen eco en las instituciones encargadas de velar por los derechos humanos, así como tampoco aparece en las agendas de las políticas públicas.
Los resultados obtenidos evidencian que las principales manifestaciones de acoso callejero incluyen miradas y comentarios sexuales, seguidos de tocamientos y acorralamientos, con una alta incidencia en zonas del Centro y la Circunvalar. Estos hallazgos subrayan la urgencia de abordar el problema mediante estrategias específicas que permitan garantizar la seguridad y el derecho a la ciudad para mujeres y personas disidentes del sexo y género.
Pereira es una ciudad que enfrenta altos niveles de violencias basadas en género (VBG) que afectan la seguridad y libertad de sus habitantes, en especial mujeres y personas LGBTIQ+. Con una población de aproximadamente 467,269 habitantes, donde el 52% son mujeres (DANE, 2018), la ciudad ha registrado índices de violencia de género superiores a la media nacional. En 2020, Pereira reportó una tasa de 95,88 casos de violencia sexual por cada cien mil habitantes, significativamente más alta que la tasa nacional de 44,28 (Vargas Hurtado & Alvarán Valencia, 2024). Adicionalmente, 1,248 casos de violencia intrafamiliar fueron reportados en el mismo año, afectando a mujeres en entornos cercanos y aumentando su vulnerabilidad en la vida cotidiana.
En este contexto de VBG, el acoso sexual callejero emerge como una de las formas de agresión más comunes, normalizadas e invisibilizadas, con el agravante de la falta de datos específicos sobre la prevalencia de este hecho en espacios públicos y las afectaciones que tiene sobre las mujeres y personas disidentes del sexo y género. El subregistro y el estigma social asociado al acoso son la evidencia de que nos enfrentamos a un problema sistémico, profundamente enraizado en dinámicas culturales de desigualdad y discriminación,que se encuentra desatendido y sin políticas públicas o infraestructura institucional que respondan de manera efectiva a su prevención, mitigación y eliminación.
Agradecemos a todas las personas que han participado en los diferentes mapeos realizados por hacer posible este proyecto y a Fondo Lunaria, por apoyar y creer en la importancia de investigar a profundidad sobre estas violencias en nuestro territorio.