Se llevó a cabo un espacio de cuidado y tejido colectivo con el colectivo Rosapark, enfocado en fortalecer la identidad de niñxs, adolescentes y jóvenes afrodescendientes. Durante el encuentro, se promovió el autorreconocimiento, el acervo cultural y el autocuidado desde una perspectiva intergeneracional. Se reflexionó sobre cómo el contexto y las violencias estructurales impactan desde el nacimiento, y se resaltó la importancia de estos espacios para construir identidad como sujetos políticos. Los participantes compartieron elementos que los identifican, como su resiliencia, raíces y características físicas, así como comentarios racistas que han enfrentado, revelando la urgencia de visibilizar y confrontar estas experiencias.
Mediante círculos de palabra se profundizó en el racismo y los micro-racismos, explorando cómo estos se han naturalizado y afectan las vidas de las personas afrodescendientes. Momentos significativos incluyeron conversaciones sobre las trenzas como símbolo de resistencia y cuidado colectivo, y actividades corporales que conectaron a los participantes con sus cuerpos a través del baile y la música. Este espacio se consolidó como un lugar de encuentro, protección y fortalecimiento identitario, generando reflexiones y aprendizajes que inspiran acciones futuras.
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